jueves, 16 de junio de 2011

CINE Y ARTISTAS VISUALES: "Un perro llamado Dolor". Dirigida por Luis Eduardo Aute. España, 2001



Antes que nada, es muy difícil resumir en pocas palabras el desarrollo argumental de esta peculiar película. Es una personal (re)interpretación de las relaciones de numerosos artistas a través de siete relatos que se centran en el tema artista/modelo. La película debe su título al perro de la pintora mejicana, Frida Kahlo y el perro será el hilo conductor, de una manera u otra, de las diferentes historias. Unos 4.000 dibujos y cinco años para la realización del primer largometraje de Aute. Desde luego es una propuesta atrevida y original, cuya capacidad de provocar sólo aumenta en la medida en que nos acercamos a la obra.
La película está estructurada por siete relatos construidos de forma muy libre a través de las relaciones sugeridas entre artistas y modelos: “Haberlas... haylas” (Goya, la Maja Desnuda, Luis Buñuel...), “La estrellada luz de Rose Sélavy o Can-con-quinqué” (Marcel Duchamp, Picasso, Man Ray...), “Un perro llamado Dolor (el artista y su modelo)” (Frida Kahlo, Diego Rivera, Sergei Eisenstein...), “Strip-tease o caracruz andaluz” (Picasso, Julio Romero de Torres...), “Un espejismo inmortal, Falso” (Sorolla, Orson Welles...), “Cada quien es... en Cadaqués” (Salvador Dali, Federico García Lorca, Gala...) y “Entre bastidores” (Velázquez y la Venus del Espejo). Además de estos episodios, estaba prevista la inclusión de otros dos, uno dedicado a Hockney y otro a Shultz y Snoopy.
Esta singular aventura comenzó con algunos de los dibujos pertenecientes al retrato de Goya que eran parte de un proyecto personal. Una feliz casualidad, un regalo de las musas: alguien le señaló a Aute que entre los dibujos existía una cierta conexión argumental, formaban una primitiva narración. Posteriormente, Aute completaría esta serie y la complementaría con todos los demás dibujos, realizados tan minuciosamente como los primeros. Los trazos del lápiz están llenos de vida; de pasión, violencia, humor y sobre todo comunican la gran sensibilidad del artista y el cariño con que fueron dibujados. Una reivindicación de libertad creadora: no querer renunciar al placer, a la sensualidad de dibujar uno mismo, a mano las necesidades del espíritu.

Para quién no conozca las aventuras artísticas de Luis Eduardo Aute más allá de la música (su obra más conocida), se puede indicar que ha realizado varios cortometrajes y, entre otras curiosidades biográficas, trabajó como auxiliar de dirección en varias películas, entre ellas Cleopatra de Mankiewicz. Como artista plástico ha realizado numerosas exposiciones de pintura. Por todo ello no parece extraño que este trabajo haya unido sus diversas facetas creativas como cineasta, dibujante y compositor.
El lápiz de grafito utilizado, es posiblemente la herramienta más humilde a disposición del artista hoy en día, en una época en que la vida parece dominada por la alta tecnología, sin embargo, es perfectamente capaz de crear un claroscuro de ricos y sofisticados matices en el juego de emociones que nos propone Aute. Los dibujos surgieron así, en blanco y negro, sin la necesidad entonces ni ahora del color ni de ningún otro ropaje. Se bastan por sí mismos para relatar, que, a fin de cuentas es lo que deben hacer; estar al servicio de la narración.
Pero, no es un dibujo, es una película que se sirve del lenguaje cinematográfico (las imágenes y el sonido) para contar. Las transiciones entre escenas se hacen mediante movimientos de cámara y fundidos, según la tradición del cine clásico. Hay además algún rótulo, que remite al cine mudo. Pero, animación propiamente dicha, la verdad es que hay muy poca.
Los dibujos son los protagonistas, los actores que padecen sorprendentes metamorfosis y ofrecen las reflexiones muy personales de Aute acerca del arte, de unos personajes determinados, de una época determinada... Aute conecta multitud de temas como la relación entre el cine y la pintura, la muerte, la creación artística huyendo de tópicos y, en caso necesario, recurriendo a ellos para desmontarlos. Temas y personajes se entrelazan, creando poéticas yuxtaposiciones y notas sarcásticas, en un afán de sugerir más que de mostrar. 

Hay que decirlo, es una película atrevida y original tanto en su planteamiento técnico como con respecto a lo narrado. En general es una película muy recomendable, aunque sólo sea para comprobar cómo puede abordarse el cine desde otras perspectivas.

Texto adaptado de: http://www.encadenados.org/n28/un_perro_llamado_dolor.htm



viernes, 10 de junio de 2011

CINE Y ARTISTAS VISUALES: "A bigger splash". Dirigida por Jack Hazan. Estados Unidos, 1974



Toda la película es una obra autobiográfica. El director Jack Hazan se propuso una vez más mostrar la vida de un personaje del mundo artístico. En esta ocasión eligió a David Hockney, calificado de genial. La película está protagonizada por el propio artista, narra su vida, descubre sus pensamientos y muestra su obra. El título de la misma se corresponde con una de las obras del artista que data del año 1967.

Reflexionando sobre ello, éste podría explicar su evolución artística como el gran salto, entendiendo así el esfuerzo que realizó para afrontar su homosexualidad y hacerla pública. La película empieza igual que concluye; una secuencia de imágenes muestra recortes de prensa que hablan, lógicamente, sobre él y su obra; críticas, exposiciones y datos periodísticos se entremezclan en una peculiar presentación. Se dice de sus obras que son retales de su vida, en esta ocasión la película se realiza también con este propósito.
Con un personaje inmejorable, él mismo, para su propia representación David se muestra tal y como es. Un hombre alto, delgado, con una peculiar y llamativa forma de vestir y artista de profesión. Como afirma en la película el es “...guapo, ingenioso, sexy y con sentido artístico...”. David muestra un artista solitario en su andadura, mientras conversa con su psicoanalista afirma “...me siento solo...” o “pocos artistas trabajan en mi línea...” estas afirmaciones son muestra de su labor como pintor y los obstáculos que tuvo que sortear.
Siendo una película autobiográfica sobre un artista es comprensible que la mayor parte de la misma muestre al artista en pleno proceso creativo. Así, en diferentes escenas se puede contemplar al artista pensativo, realizando obras de gran formato con imágenes veraniegas, días cálidos y soleados junto a la piscina. También se observa al protagonista sacando fotos en un parque, escena que se corresponde con los últimos años de la década de los sesenta en la que compra una polaroid y se inicia en el mundo de la fotografía.

Esta película es sin duda alguna una forma de contemplar el mundo del arte desde una perspectiva individual, la de David Hockney, quien afronta su condición sexual y enseña al gran público su extraordinaria capacidad artística. Entremezcla sentimientos y aptitudes para hilvanar su propia historia. Siendo él el protagonista de la película sobre sí mismo, comparte rodaje con sus amigos: Mo, Henry, Peter, Celia y otros tantos que serán también retratados en la vida real por el artista. Siendo la idea principal del filme la trayectoria del artista, el espectador percibe una serie de símbolos, escenas y gestos que evocan y muestran de forma implícita y explícita su condición homosexual. Las relaciones que surgen, los sentimientos, los gestos, las miradas entre los personajes convierten al espectador en cómplice de todo lo que ocurre.

Fuente: http://www.artium.org/biblioteca.html (Documento en PDF)

Para conocer más de la obra de David Hockney, ingresar  aquí



CINE Y ARTISTAS VISUALES: "Edward Hopper, el pintor del silencio". Dirigida por Carlos Rodríguez. España, 2005



Una obra de arte puede inspirar la creación de uno de los lugares más terroríficos de la historia del cine, la casa de Norman Bates en la película Psicosis, de Alfred Hitchcock. La obra pictórica se titula La casa junto a las vías del tren. Edward Hopper, el encargado de recrear este edificio en una de sus pinturas, ha influido de forma determinante en las creaciones de fotógrafos, cineastas y pintores.
Hopper se crió en una familia de ferviente puritanismo y eso influyó hasta que comenzó con su etapa parisina, de la que se puede ver algunas pinceladas de la influencia conservadora que vivió desde pequeño.

La realidad es el punto de partida de las obras realizadas por Edward Hopper. Es el pintor de los enigmas cotidianos y como él dijo en una entrevista de 1961: "En mis cuadros me represento a mi mismo". El universo femenino, que refleja en su obra, muestra a una mujer ensimismada, abstraída, semidesnuda... Su mirada parece que guarda un secreto, representa un sentimiento. Las figuras que retrata Hopper se parecen a personajes de película. En una cama, sentada y con un gesto de mirar al infinito podría describir una de las escenas que más se han representado en largometrajes como Eclipse, Las horas o La última película. La mujer se refleja como su guía para plasmar la realidad, la soledad. Con la representación de las personas que plasma en sus obras, da forma interior al universo de los personajes. Cada uno de los elementos de sus pinturas forman un cuadro.

El pintor rechazó el arte abstracto, pero algunos autores de este estilo si admiraron su obra y se inspiraron en algunas de sus pinturas. El sol es el protagonista de las obras de Hopper. Durante los años 40, muchos largometrajes muestran la influencia del pintor con escenas donde se ven fuertes contrastes de luz.


Una característica que define al pintor de los enigmas cotidianos es su reconocido voyerismo. Al pintor le gustaba observar desde su ventana, por la noche y con las luces encendidas de las habitaciones para poder ver lo que estaba sucediendo dentro. El placer de mirar sin ser visto era una de las máximas de Hopper. Las ventanas, que muestra en los edificios que realiza, parecen ojos sin vida. Las casas que muestra no están construidas sobre una base sólida.

Junto a su mujer, Jo Nivison Hopper, que también era artista, realizó multitud de viajes que se reflejaron en su obra. Colinas, acantilados y detalles de la América profunda se podían ver en los cuadros del pintor.

David Lynch y Alfred Hitchcock son dos de los directores de cine que se inspiraron en la obra de Hopper y lo mostraron en distintas escenas. En la película Alicia ya no vive aquí, de Martin Scorsese, también se puede ver claras influencias del pintor estadounidense. Sus creaciones evolucionan a un fuerte realismo, que se sintetizan en una visión figurativa donde se muestra la visión poética de Hopper.

Así, en los cuadros de Hopper aparecen imágenes urbanas o rurales, inmersas en el silencio, en un espacio real y metafísico que destaca por la fuerza en las emociones. Un pintor que representó la imagen de una película.



Enlace al artículo “El cine y la pintura: una relación pedagógica. Una aproximación a Víctor Erice y Edward Hopper”, de Juan de Pablos Pons. Para acceder, click aquí