lunes, 23 de abril de 2012

Nuevo cine argentino. "HISTORIAS MÍNIMAS". Argentina/ España, 2002



Ficha técnica:


Dirección: Carlos Sorin. 
Duración: 92 min. 
Interpretación: Javier Lombardo (Roberto), Antonio Benedictis (Don Justo), Javiera Bravo (María), Laura Vagnoni (Estela), Mariela Díaz (Amiga de María), Julia Solomonoff (Julia), Anibal Maldonado (Don Fermín), Magín César García (Cesar García), María Rosa Cianferoni (Ana), Carlos Monteros (Losa). 
Guión: Pablo Solarz. 
Producción: Martín Bardi. 
Música: Nicolás Sorín. 
Fotografía: Hugo Colace. 
Montaje: Mohamed Rajid. 
Dirección artística: Margarita Jusid. 


El argumento de Historias mínimas no es sorprendente. Está compuesto por tres tramas independientes pero que en algún momento de la cinta parecen converger en el mismo punto. La localización elegida es el desierto de la Patagonia Argentina, concretamente entre el paraje de Fitz Roy y San Julián. Cobra vital importancia el elemento paisajístico, espacios amplios y naturales en oposición de lo urbano. Asimismo, se han rodado escenas en lugares característicos de la zona como pequeñas casas, almacenes o el centro de salud.

Don Justo es un anciano que abandona su casa en busca de Malacara, su perro extraviado. La distancia no es un obstáculo para él, que recorre grandes kilómetros ya sea a pie o trasladado por los viajeros que lo encuentran mientras rememora en su conciencia el paso de la vida y la cercanía del final. El destino hará que se cruce con el otro protagonista,Roberto, un viajante de comercio cuya ilusión es entregar una tarta para el hijo (o hija, no lo sabe con certeza) de una clienta por la que se siente atraído. La tercera historia la protagoniza María, una joven y humilde madre que ha sido seleccionada para ir a un concurso de televisión y así intentar conseguir el robot de cocina de sus sueños. En los extensos espacios patagónicos, quizás el cuarto protagonista del film, estos personajes van creciendo al superar los obstáculos del destino. Durante estas jornadas de viaje se ponen a prueba la solidaridad, el cariño, la humanidad, el amor, de los personajes que intervienen, tanto principales como secundarios. La figura de la televisión desempeña un papel que pasa casi desapercibido pero que en realidad no es así: en lugares poco transitados, es habitual la compañía de la televisión encendida como otro personaje más. Sorín elabora una sutil crítica a lo peor de la televisión satélite que inunda la Patagonia con situaciones poco relacionadas con lo que en realidad sucede.

 La estructura narrativa de la película responde al modelo de road -movie: tres historias de personajes sencillos, menores, que viajan en busca de una ilusión. Las historias son mínimas y no llegan a formar un relato épico, pero llevan al espectador a que se identifique con los personajes debido a la condición humana y sentimentalista del mismo. De ahí la metáfora establecida entre el trayecto del viaje y el trayecto de desarrollo vital que experimentan los personajes. No estamos ante un minimalismo narrativo, sino ante una excelente narración sencilla pero con un trasfondo emotivo. Quizás, ahí resida la grandeza del cine argentino de los últimos tiempos (llamado en ocasiones Nuevo Cine Argentino), extrapolable a otros terrenos de la producción audiovisual latinoamericana como la publicidad o la televisión (así, el gusto por lo básico y rural que tan de moda está últimamente). Historias mínimas recoge las dos vías de representación temática de las road-movie: por un lado, la aparente simplicidad de lo que sucede, con toques tragicómicos y por otro, el fuero interno, las inquietudes más conmovedoras de los protagonistas.

Hay que resaltar el buen trabajo de fotografía que tiene la película, tanto en exteriores como en interiores en los que los personajes siempre están en su sitio con un máximo cuidado. Nada les quita protagonismo. Respecto al trabajo de realización, decir que los planos suelen ser medios (contextualizar la situación) y primeros planos (acercamiento al personaje). La música guarda relación con la forma de narrar, pausada y tranquila (sólo asistimos a un momento donde la música aumenta el volumen, en la escena de Don Justo en el almacén con los trabajadores). La interpretación de los actores es uno de los hechos claves de la película. Aportan la naturalidad que requiere por sí misma la película, sin necesidad de artificios ni exageraciones.



                                                                               
Una carretera de éxito

Respecto a este tipo de film, el cineasta argentino rodó El camino de San Diego, que se parecía a Historias mínimas por algunas de sus características. Cuenta la historia de Tati Benítez, un trabajador que encuentra en la selva una raíz de un árbol que tiene gran parecido con su ídolo Diego Armando Maradona. Aunque la trama es diferente, ya que se cuenta la historia de un solo personaje, la intención es la misma. Podríamos relacionarlo con el concepto literario de bildungsroman, un tipo de novela en la que el protagonista va alcanzando la madurez mediante un viaje que le irá aportando claves para ello.

Es fundamental la belleza y magnificencia de la cinta de Sorín, ya que sin contar con actores famosos, una historia deslumbrante, un elevado presupuesto o una descomunal producción, la película encaja perfectamente con la intención del director: transmitir mucho con poco para llegar al público, último y decisivo ente en el mundo cinematográfico. Una orientación hacia los valores humanos sempiternos: la comprensión, el amor, la bondad, el cariño, la ilusión por los detalles, en un momento y en un país en que podrían parecer un producto de la imaginación.

Texto tomado de: http://criticav.blogspot.com/2009/06/historias-minimas-carlos-sorin-2002.html



En este enlace hay un ensayo sobre la película. Para acceder, click aquí

lunes, 16 de abril de 2012

Director invitado: Emir Kusturica. "UNDERGROUND". Francia/ Yugoslavia/ Alemania/ Hungría. 1995.

Ficha técnica: 

35 mm. Color
Dirección: Emir Kusturica
Guión: Dusan Kovacevic y Emir Kusturica
Producción: Pierre Spengler
Música: Goran Bregovic
Fotografía: Vilko Filac
Sonido: Marko Rodic
Montaje: Branka Ceperac
Reparto: Marko: Miki Manojlovic Blaky, El Negro: Lazar Ristovski, Natalija: Mirjana Jokovic, Ivan: Slavko Stimac, Franz: Ernst Stotzner, Jovan: Srdab Todorovic, Vera: Mirjana Karanovic, Jelena: Milena Pavlovic

El inicio de la película es delirante, cargado de humor, pero un humor mezclado con severo realismo, mezclado por la mano maestra de Kusturica. Comenzamos con la muy graciosa imagen de Marko teniendo relaciones con la prostituta en pleno bombardeo de su ciudad, y la forma en que no permitirá que ni el bombardeo interrumpa su diversión. Kusturica hace gala de su capacidad de creador de imágenes cuando Marko coloca una flor en el trasero de la prostituta, imagen que luego nos mostrará triplicada… ¡bravo, maestro!.





El zoológico es asolado por las bombas, el humor es seguido por el realismo desgarrador de la guerra, y la posterior reclusión de Blacky, el mejor amigo de Marko en el sótano-taller de armas, gran manera de simbolizar a la Yugoslavia de esos momentos. El nacimiento del hijo de Blacky se produce, y su crianza, es realizada siempre subterráneamente, siempre underground. La presencia del mono, silencioso testigo de toda la evolución del filme, es la más palpable muestra de una perenne presencia animal en la película. Muy significativo viene a ser Jovan, el hijo de Blacky, cuyo universo, cuya vida se supedita  a ese sótano, y  una vez que sale al mundo ¿real?, se encuentra con un mundo extraño, un mundo donde la luna es el sol, donde un venado es un caballo, esta es la manera satírica en que Kusturica siente que los ojos yugoslavos veían al mundo en ese entonces.


La guerra termina finalmente, con un fondo de Dvorak entramos al segundo apartado del filme, el más prolongado. El engaño a Blacky para mantenerlo en el sótano fabricando las armas, y el gran tanque, el símbolo de la guerra en el claustro del sótano, el elemento qua hace que ese claustro  represente de una manera total a Yugoslavia: escondida en lo subterráneo, con una siempre presente y asfixiante guerra que se palpa hasta en el encierro. El tanque, símbolo de la destrucción y guerra, será parte importante del relato, hasta en el casamiento de Jovan, donde se produce la memorable imagen de la mujer de Marko, quien, ebria, danza y canta alrededor de este tanque, en el sótano… toda Yugoslavia es representada en esa imagen. El tanque, acompañante de la fiesta, baile y diversión, será incluso el causante de la ridícula interrupción de la misma, cuando el simio se introduce en él y empieza a disparar a todos, una secuencia espectacular que plasma perfectamente todo el filme, cuyo final puede ser áspero, pero esta escena será luego reivindicada por Kusturica. La muerte sucesiva, uno a uno, de los personajes, y su posterior reencuentro debajo del agua, siempre debajo, siempreunderground, nos indica que el final está por llegar. El mismo subterráneo marino es de donde resurgen después todos renacidos, esto es simbolizado por las vacas emergiendo de las aguas, soberbio.


Un final digno de párrafo aparte, con un simbolismo devastador, donde se nos indica a Bosnia Herzegovina brutalmente separada, excluida de toda Europa, completamente separada de ella. Esta separación se nos muestra con la mutilación territorial. Pero no bastando con eso, para enriquecer aún más este antológico final, esta porción territorial servirá de escenario para la reivindicación de la escena más significativa de todo el filme. La boda del hijo de Blacky, Jovan, que inicialmente vemos representada de una manera patética, fiesta, en un sótano, música y baile alrededor del tanque, Kusturica se encarga ahora de plasmarla diametralmente opuesta, al aire libre, bajo un cielo azul, con un atmósfera completamente distinta. En el final de la película nos muestra una imagen optimista dentro de todo, un final poderosamente impregnado de su sentir hacia su nación, al mostrarnos esa feliz ocasión en la parcela-islote que se desprende, que se desliga de todo. Es con esta imagen con la que Kusturica luego reivindica lo anterior, para mostrarnos uno de los mejores finales jamás filmados.


Texto tomado de: http://cinestonia.blogspot.com/2011/08/underground-1995-emir-kusturica.html




Para descargar la banda sonora original de la película, click aquí

domingo, 8 de abril de 2012

Director invitado: Emir Kusturica. "PROMÉTEME". Francia/ Serbia, 2007



Ficha técnica:

Título original: Zavet
Dirección: Emir Kusturica.
Duración: 137 min.
Género: Comedia.
Interpretación: Marija Petronijevic (Jasna), Uros Milovanovic (Tsane), Ljiljana Blagojevic (profesora), Aleksandar Bercek (abuelo), Kosanka Djekic (madre de Jasna), Miki Manojlovic (jefe), Stribor Kusturica (Topuz), Vladan Milojevic (Runjo).
Guión: Emir Kusturica y Ranko Bozic; basado en un argumento de Rade Markovic.
Producción: Olivier Delbosc, Marc Missonnier, Maja Kusturica y Emir Kusturica.
Música: Stribor Kusturica.
Fotografía: Milorad Glusica.
Montaje: Svetolik Mica Zajc.
Diseño de producción: Radovan Markovic.
Vestuario: Nebojsa Lipanovic.



Prométeme cuenta la historia de Tsane, un joven que vive con su abuelo y su vaca, Cvetka, en la remota cima de una montaña. Exceptuando a su vecina, la profesora, ellos son los únicos habitantes del pueblo. Un día, el abuelo de Tsane le dice al chico que se está muriendo, y le hace prometer que irá al otro lado de las tres montañas, a la ciudad más próxima, y venderá su vaca en el mercado. Con el dinero tendrá que comprar un icono religioso, después algo que él realmente quiera y, finalmente, deberá encontrar una esposa para traer a casa.


 Sin duda alguna, Emir Kusturika es uno de los cineastas más personales del panorama cinematográfico actual. Títulos tan maravillosos como Gato negro, gato blanco,Underground, Papá está en viaje de negocios o El tiempo de los gitanos le han valido tanto dos Palmas de Oro como un reconocimiento de carácter internacional.

Como viene siendo habitual en su filmografía, Prométeme es una fábula tremendamente positiva repleta de personajes únicos que retrata a su particular modo la vida y los diferentes cambios que han acontecido en la castigada región de los Balcanes, en un revisionismo histórico cuyo máximo exponente sería, sin duda alguna, Underground; de este modo, ese excentrico sentido del humor del serbio, además de sus folclóricas bandas sonoras y su imponente puesta en escena con una fotografía repleta de colorido, vuelven a ser capitales en Prométeme, una película que, a pesar de no innovar en exceso el registro del cineasta, continúa siendo una maravillosa muestra de buen cine.

En esta ocasión, la historia de Tsane sirve de excusa a su director para ofrecernos una metáfora sobre una Serbia que se encuentra a las puertas de ingresar en la Unión Europea, donde campo y ciudad adoptan aires simbólicos para contrastar tradición y evolución. Para Kusturica, dicha evolución adopta en primera instancia un cariz gris, corrupto y descarnado, carente de escrúpulos y principios representado por una suerte de mafia de baja estopa, en clara contraposición al luminoso mundo rural, inocente y honesto, virtuoso y humilde, además de presentarse como un último baluarte en defensa de la tradición y, por ende, de la propia identidad nacional.

De este modo, el éxodo de Tsane resulta, como no podía ser de otro modo, un viaje iniciático hacia la europeización, hacia un nuevo futuro repleto de amenazas físicas y, sobretodo, éticas, en el que su protagonista se cruzará con todo tipo de estrafalarios personajes, típicos en la filmografía de Kusturika pero no por ello menos empáticos o poliédricos, en un alocado cuento a ritmo de orquesta pachanguera que inevitablemente concluirá de un modo terriblemente positivo. Por contra, puede que Prométeme sea una de las películas menos reflexivas y más abiertamente cómicas de Kusturica junto a Gato negro, gato blanco, si bien dicha ligereza contextual no desmerece en lo más mínimo a un metraje tan brillante como hilarante.



 Por el camino, nos encontramos con un metraje tan largo como endiablado, situaciones surrealistas, humor por doquier a cargo de unos peculiares personajes de claros rasgos fellinianos, y una fotografía repleta de colorido, característico recurso del cineasta serbio a la hora de enfatizar el preponderante carácter folclórico de sus películas.

Oscar Martínez

Tomado de: http://www.septimovicio.com/criticon/prometeme/